Escribir todos los días: (el proceso ciego)

escribir todos los días

“Los escritores lo recuerdan todo… especialmente las heridas. Desnuda a un escritor por completo, señala las cicatrices, y te contará la historia de cada una, por pequeña que sea. De las grandes surgen novelas. (…)
El arte consiste en la persistencia de la memoria.”

Stephen King, Misery

Hoy vengo con una idea sencilla y dura, de esas que te cambian la semana si las haces tuyas: escribir todos los días. No cuando te visita la musa. No cuando tienes tres horas libres y el café perfecto. Todos. Los. Putos. Días.

La cicatriz como materia prima

Las cicatrices son archivo y combustible. Lo que te pasó —y cómo te marcó— es una cantera para tus escenas. No me malinterpretes: no es terapia barata en tus páginas; es la memoria depurada en forma de conflicto, elección y consecuencia. King lo resume con brutalidad: recordar cada cicatriz y, desde ahí, encontrar la historia.

Si te fijas, las novelas que te remueven tienen eso: una herida que late bajo cada capítulo. Para escribir todos los días, necesitas dos cosas: una herida bien localizada (tema/obsesión) y un método implacable para transformarla en páginas, incluso cuando no te apetece. Ahí entra lo que King predica: trabajo.

Musa vs. silla: por qué escribir todos los días

Stephen King escribe 2.000 palabras diarias, Navidad incluida. ¿Es literal cada día del año? Da igual. Lo que sí es literal es su sistema: sillamen. Silla + amen. Te sientas, sumas palabras, y cierras.

Quien mira desde fuera piensa: “genio”, “suerte”, “enchufe”. Lo que no ve son las páginas que no funcionan, las que se tiran, las que vuelven en la tercera reescritura convertidas en otra cosa. Y aquí tienes la clave: aciertas porque fallas mucho, no porque un día te iluminaste. Por eso escribir todos los días no es un castigo: es estadística aplicada a tu arte.

2.000 palabras y otras leyendas útiles

No te obsesiones con 2.000. Tu cifra puede ser 300, 700 o 1.000. La mía son 3.000-4.000 (Entre una cosa y otra: Novela propia, Email diario, Entrada a este Blog, Guión mastercalza…) Lo importante es que sea diaria, medible y rentable. 300 al día son 9.000 al mes. En cuatro meses, tienes un borrador de 60.000. En ocho, 120.000 con margen para cortar. Más humilde que épico, sí; más eficaz que esperar a la inspiración, también.

El modelo del proceso ciego: volumen + disciplina

A esto se le puede llamar de muchas formas: prueba-error, variación-selección, iteración. Donald T. Campbell lo formuló hace décadas: generas muchas variantes sin saber cuál funcionará, eliminas la mayoría y retienes las que demuestran vida. ¿Te suena? Es la evolución, es la ciencia… y es tu novela.

Volumen + disciplina. Escribir todos los días genera volumen. Tu cabeza aprende por exposición: cada escena fallida afina tu oído. La disciplina hace el resto: te sientas aunque hoy todo te parezca un churro. La calidad emerge después, como el oro tras el lavado de piedras y grava.

Qué significa iterar (de verdad)

Iterar no es reescribir el mismo capítulo treinta veces por miedo a avanzar. Iterar es producir versiones nuevas: cinco aperturas o lanzamientos de escena diferentes, tres abordajes distintos del conflicto central, siete desenlaces hipotéticos. Luego seleccionas lo que respira. Esa respiración la notas: tiene pulso, empuja la historia.

Cómo aplicar esto a tu novela (paso a paso)

Rutina mínima viable

Hora fija + lugar fijo. Media hora antes de que amanezca, o en la pausa del café. La misma silla, la misma lámpara. Tu cerebro adora los rituales; los traduce como “aquí toca escribir”.

Cuota defendible. Empieza con 300 palabras. Si las cumples 10 días seguidos, sube a 500. A los 30 días, ajusta. El objetivo no es sufrir, es acumular páginas.

Calentamiento de 5 minutos. Dos líneas sobre “qué escena escribo hoy” y una sobre “qué conflicto la estira”. Sin poesía. Ingeniería básica.

Temporizador 25/5. 25 minutos escribiendo, 5 de pie. Dos ciclos = 1.000 palabras si estás en forma; 600 si el día es tonto. Da igual. Cuenta como victoria.

Prohibido editar en caliente. Máximo, corriges erratas. La cirugía va aparte, en bloque, otros días.

Sistema de descarte y selección

Imagina un cedazo donde va la “Grava”. Pero no lo cueles todavía. Todo lo escrito hoy va aquí. No juzgas. Se guarda. Luego buscas el oro.

Tamiz semanal (60’). El domingo eliges lo que respira, lo relevante: escenas que avanzan en su objetivo, conflicto o revelación. El resto, al archivo “Fallo útil”, o «Descartes».

Matriz 3 columnas: Conservar / Reescribir con enfoque / Desechar. Sé brutal. Escribir todos los días necesita espacio: no te cases con nada.

Biblioteca de semillas. 10 ideas sencillas por semana (títulos de capítulo, imágenes, frases). El 90% no servirá. Ese 10% te salvará un martes.

Mide lo que importa.

Días encadenados. (Escribir seguido) Del 1 al 7, bronce. 14, plata. 28, oro. Si rompes la cadena, vuelves mañana. La culpa no escribe.

Palabras semanales. 2.100 con cuota de 300/día. 3.500 con 500/día. Mide en una excel. Tu cerebro ama ver barras crecer.

Escenas cerradas. Una escena cerrada > 1.000 palabras sueltas. Céntrate en bloques dramáticos.

Cuando todo parece basura

manual de supervivencia del escritor malvado

Te sentarás y creerás que hoy no hay nada. Perfecto. Hoy entrenas. Escribir todos los días significa convivir con los días malos sin hacer un drama por ello.

Cambio de ángulo: reescribe la escena desde otro punto de vista. Busca otras construcciones de frases. A veces el secundario ve mejor.

Limita la prosa. Frases cortas, verbos activos, prohibido adjetivar. Un día sobrio te saca del barro.

Avanza en diagonal. Si la escena 12 te atasca, salta a la 18 (la pelea), o a la 3 (la promesa). No es trampa: es logística narrativa.

Regla del 70%. Si el 70% del día es usable, victoria. El 30% se tira sin llorar.

Archivo de Descartes. “Basura con oro”. Cuando tires, marca en negrita una imagen o línea que quizá sobreviva. Tu yo de dentro de un mes te lo agradecerá.

Preguntas rápidas (FAQ)

¿De verdad tengo que escribir todos los días?
No por obligación moral; sí por ingeniería. La continuidad reduce la fricción. Cuanto más tardas en volver, más arranca en frío el motor.

¿Cuántas palabras DIARIAS son “bien”?
Las que puedas sostener 4 semanas. 300 es perfecto para empezar. Si te salen 1.000, fantástico. La métrica es la cadena, no el ego.

¿Y si no tengo tiempo?
Nenaza. Tienes huecos de 25 minutos. Levántate 30 minutos antes o roba la hora de tele de la noche. Si no hay hueco, decide: quizá no es tu prioridad ahora. Decidir también es de adultos.

¿Y la inspiración?
Vendrá a curiosear cuando te encuentre sentado. Es tímida pero cotilla.

Cierre y siguiente paso

Escribir todos los días no es un culto a la productividad; es un compromiso con tu tema, con esa cicatriz que quieres convertir en conflicto, elección y consecuencia para otro ser humano. Volumen + disciplina. Varias versiones. Selección brutal. Y una promesa: la calidad no aparece antes del trabajo; emerge de él.

Si hoy te llevas una sola idea, que sea esta: la calidad es lo que sobrevive al fracaso. Tu tarea no es CREAR la página perfecta, sino CREAR LAS CONDICIONES PARA QUE APAREZCA.

Nos leemos. Y si te suscribes a mi lista de correo, cositas interesantes para tu vida de escritora o escritor..

Jean.

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