
«A Jean Larser, porque esas conversaciones que te llenan de energía e ilusión para seguir escribiendo tienen al Otro Lado del teléfono, a un amigo.»
Dolores Redondo, escritora, autora de la Trilogía del Baztán y ganadora del premio Planeta 2016.
Cuando conocí a Jean Larser había publicado dos novelas y más de veinte cuentos. Tenía varios premios literarios nacionales (Alfaguara, Pablo Rido, Nocte), y los lectores de género que me conocían, tampoco creas que eran tantos, alababan mi estilo… Pero no estaba contenta.
Con el trabajo con Jean he aprendido a detectar los pequeños obstáculos que entorpecen la lectura, a leer con criterio, a jugar con las imágenes mentales sin abusar de la adjetivación. Y muchas cosas más que no corresponde contar aquí.
Animo a descubrirlo.
Nuria C. Botey. Dra. en Psicología y escritora. Con varios premios literarios y libros publicados en T&T y Harper&Collins.
Llevo casi toda mi vida adulta dedicándome a las ventas y he conocido a muchos lecheros. ¿De los que venden leche? No. De los que llevan un cántaro de barro lleno de ideas, pero caminan sin una hoja de ruta clara y al final tropiezan, se caen, el cántaro se rompe y adiós a las ideas.
No sabía cómo lo hacen los escritores que triunfan con sus novelas, porque haberlos, haylos, como las brujas. Cuando leí la serie de libros rojos para escritores de Jean Larser, supe que hay un método para triunfar: Planificar.
Llegué a Jean Larser siendo una mujer con experiencia en ventas y el sueño de escribir, pero sin saber qué hacer con eso. El asesoramiento literario de Jean es un acompañamiento y una formación desde la planificación, hasta la venta.
Y ahora, tres años después, soy una Escritora.
Eva Vida, marketing y escritora.
Escribo desde hace aproximadamente unos diez años, comencé con talleres de literatura con la finalidad de aprender a hacerlo cada vez mejor.
Primero aunque se aprendía, la interacción era muy escasa y se limitaba a foros en los que nadie preguntaba y a un correo con teoría y correcciones cada 15 días.
Aprendí un poco, pero seguía sin saber.
Leí libros, pero comprendí que no era suficiente. Escribir bien requiere mucha, mucha práctica, mucha, mucha humildad, y mucha, mucha paciencia… y alguien que te guíe en el proceso.
Esto es lo que he encontrado con Jean Larser:
Es un profesor duro, que no te permite autocomplacencias.
Corrige contigo, leyendo en voz alta, descubriendo el arte de la escritura que no enseñan en ningún sitio, y te hace ver tus errores, aunque al principio te reviente aceptarlos.
Te recuerda una y otra vez que hay que pensar en el lector
Insiste en la importancia del trabajo previo a ponerse a escribir.
Luego te obliga a leer en voz alta, a pulir el estilo, a buscar el orden correcto de las frases y a utilizar la palabra precisa y no la primera que se te ocurra.
Te obliga a pensar si la escena que vas a escribir es relevante y te da claves para ver si lo es o no.
De vez en cuando te suelta un discurso parecido a los del audio, y sabes que es un discurso que vale oro, porque se basa en su experiencia, y aunque hayas oído parte de ese discurso, nunca lo has oído tan bien explicado, ni tan bien razonado, ni tan basado en la experiencia como te lo da él.
Con lo que te enseña, abres un libro publicado y descubres los trucos del escritor, ves los andamios con los que se construyó la obra, y por qué se utiliza una frase y no otra… Descubres los aciertos del buen autor, y los desaguisados del malo.
Maria Tordera – Ada Aridane, escritora.
Trabajar con Jean Larser ha supuesto un cambio alucinante en mi vida.
Yo era una escritora de andar por casa, es decir, que no era escritora en absoluto. Me gustaba inventar historias, recrearlas en mi mente o jugando y, muchas de ellas, plasmarlas en el papel.
Escribía por intuición y básicamente para mí. A muy poca gente le enseñaba algo de lo que escribía, sobre todo si era demasiado intimista.
Yo cogía boli y papel cuando me sentía inspirada y a escribir… y así hay un cajón de historias inacabadas. Terminaba abandonándolas por ser incapaz de continuarlas. ¿Y ahora qué?
Además, nunca fui constante y disciplinada a la hora de escribir y he tenido períodos largos de sequía, de ni tocar un boli.
Afortunadamente, una amiga me habló de Jean y me decidí a contactar con él.
Si afirmo que es la mejor decisión de mi vida, no miento.
Con él he aprendido a planificar una novela y evitar así el bloqueo de no saber cómo seguir, he adquirido un criterio que me permite distinguir qué textos están bien escritos y cuáles no y así poder aplicar ese criterio a mi escritura. He logrado un estilo fluido, elegante y propio, conocer mis errores y mis sesgos para corregirlos, dotar a mis personajes de profundidad, de vida, para hacerlos memorables, crear suspense y ganchos para que el lector no pueda dejar el libro y, además, he aprendido divirtiéndome mucho.
Y sigo aprendiendo, porque cada clase con Jean es una nueva aventura y siempre se aprende algo nuevo. Y es muy estimulante.
Cuando esperas ansiosa la siguiente clase con él, es que algo muy bueno te está dando.
Estoy muy contenta y no puedo más que decir: ¡GRACIAS, JEAN!
Patty Page, escritora.
«Después de todos los años que me he pasado estudiando EGB, BUP, COU y Universidad, puedo afirmar que, si bien me enseñaron caligrafía, ortografía y gramática, nunca me enseñaron a escribir. Ni textos académicos ni literarios. La manera de hilvanar un discurso, la manera de enlazar unas frases con otras, el orden de la información, la sonoridad de las palabras, etc. nada de eso formaba parte del temario.
Parece como si sabiendo cuatro cosas de ortografía y gramática uno ya estuviera preparado para escribir desde un trabajo académico a una novela o un soneto.
Y no.
Lo he visto en mis propios textos y cuando he revisado trabajos de otros, donde todo se apelotona, donde las enumeraciones solo tienen un elemento y donde los conectores no conectan nada con lo siguiente, etc.
Lo poco que sé, lo he ido aprendiendo de manera autodidacta. Y como yo, todos los de mi generación, y muy posiblemente todos los posteriores. Y si, escribir es un trabajo personal y solitario y todo lo que quieras, pero hubiera preferido que me enseñasen a escribir bien o a vender bien antes que memorizar estupideces.
Así que te agradezco infinito tus audios de los domingos, y los deberes que me has puesto. Gracias, Jean. De verdad.»
Mar, escritora.