«Las historias de imaginación tienden a molestar a quienes no la tienen». -Terry Pratchett
“La fantasía es escapista y esa es su gloria. Si un soldado es aprisionado por el enemigo, ¿no consideramos que es su deber escapar? . ¡Si valoramos la libertad de mente y alma, si somos partidarios de la libertad, entonces es nuestro deber claro escapar y llevarnos con nosotros a tanta gente como podamos!– J. R. R. Tolkien
“Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.” – Italo Calvino, Los usos de la literatura.
Resulta que tengo y he tenido pupilos escritores/as malvados que su proyecto era o es de ficción literaria: Novelas intimistas, o iniciáticas, o de desarrollo personal. Trágicas y/o divertidas.
En mis términos, A.L.A. o H.A.L.A.
- Alta Literatura Aburrida.
- ¡Hala, Alta Literatura Acojonante!
Mucha gente del sector: libreros, editores y críticos gafapastas, diferencian la Literatura de la ficción de género: Novelas románticas, de terror, de espías, policiales, thriller, heist o de ladrones y robos, negras, fantásticas, de ciencia ficción, etc.
Obviamente, poniendo la ALA por encima y quitando prestigio literario a todo lo demás por ser… ECCCSSS… popular.
Para las masas.
Pues bien… Eso es una gilipollez…
Porque toda la literatura es ficción de género.
Una de las primeras cosas que aprendí trabajando de editor fue que los beneficios de las ventas de la literatura popular sostenían la publicación de obras de ALA, con tiradas más bajas, y que solo leerían los lectores habituales y cultivados de los que cada vez quedan menos.
Novelas de ALA o HALA, que darían prestigio al catálogo de la editorial. Como hoy hace Impedimenta o Pálido fuego, por ejemplo.
Y que todo es ficción de género se podría argumentar simplemente recitando las sinopsis de las historias más famosas de todos los tiempos, desde Homero hasta Shakespeare, Tolstoi, Wilde, Chaucer, Brontë, Steinbeck, Orwell, Twain y Tolkien, y luego colocando cada clásico en su correspondiente caja de terror y misterio, fantasía o romántica.
Tu profesor de literatura inglesa, filología, o el del mundo de colores de tu taller literario lleno de corazones y unicornios rechazará el argumento porque, ya sabes, hay que escribir con el corazón.
Así que subo la apuesta y que les den:
Si toda la literatura es ficción de género, entonces toda la gran literatura es ficción policial.
La ficción policial se compone de subgéneros como el misterio, el suspenso, los thrillers legales, los killer series, los robos, las novelas de espías y los procedimientos policiales. Robaron algo, mataron a alguien, mentiras, traiciones, lealtades y, depende de cada lector, encontrar su propia brújula moral antes de que termine la historia.
Mira algunos clásicos de la literatura…
«Matar a un ruiseñor» es obviamente un thriller legal, como los de Grisham, igual que una novela como «Presunto inocente» o «La tapadera», y la sala del tribunal es una lupa para explorar temas de racismo y la diferencia entre la justicia y la ley.
«El Gran Gatsby» rompe el velo de la hipocresía de la alta sociedad con un asesinato-suicidio que sucede con la trágica sensación de inevitabilidad. La historia está salpicada de suspense doméstico, homicidio y asesinato.
Vamos al terror gótico, que me pone. Siempre implica algún tipo de engaño, incluso cuando se abordan grandes cuestiones existenciales. «Frankenstein», de Mary Shelley, se hace carne a través del robo (el cerebro equivocado, partes del cuerpo robadas) y el momento crucial de la historia ocurre cuando el monstruo asesina a su creador, el Doctor Frankenstein.
Shakespeare se ha cargado a más personas que Hannibal Lecter. Y cuando terminas cualquiera de las tragedias griegas, los cadáveres alfombran el suelo como los adverbios acabados en mente alfombran el camino al infierno (Cita oculta).
Dos de mis escritores favoritos de novela negra clásica, Raymond Chandler y Dashiell Hammett, describirían Guerra y paz» de Tolstoi o «Crimen y castigo» de Dostoievski como novelas hard boiled.
Las novelas rusas son tan melancólicas y morbosas como cualquier buena novela negra, con villanos y tantas víctimas como arroz para una paella.
Tom Sawyer y Huckleberry Finn se encuentran con ladrones de tumbas, asesinos y ladrones. Charles Dickens expone la injusticia del sistema de clases inglés empleando un elenco de carteristas, asesinos, abogados corruptos y terratenientes codiciosos.
Hasta Gandalf se refiere a Bilbo como un ladrón cuando explica por qué los enanos deberían llevarlo en su búsqueda para irrumpir en la Montaña Solitaria y robar la Piedra del Arken. El Hobbit no es más que un atraco con magos y dragones en lugar de policías y ladrones.
Un escéptico, seguramente filólogo o escritor frustrado, puede afirmar que toda esa Literatura fue escrita como ficción de género originalmente pero se convirtieron en clásicos años después…
Y aquí tenemos la hipocresía del mundillo literario.
La tensión en cualquier novela, ya sea un misterio en una habitación cerrada o una obra maestra de la Literatura multigeneracional como el «Ulisses» de Joyce, está impulsada por una trama en la que un protagonista lucha por superar una serie de obstáculos. Con sus conflictos internos y su red de personajes. Aliados y enemigos en el viaje del héroe.
Es la incertidumbre sobre el final de esas historias
lo que nos mantiene pasando las páginas, y eso es lo que importa.
El desván de la historia está atestado de novelas literarias publicadas con gran fanfarria, bellamente escritas pero sin ningún propósito más allá del acto de poner una bonita prosa en una página. La lírica que digo yo.
No pasa nada.
Cuando nuestra civilización colapse y volvamos a compartir cuentos
alrededor de una hoguera,
nadie recordará los libros sin una historia.
Y como toda literatura es ficción y la ficción es un ejercicio de empatía, las historias importantes plantean siempre la misma pregunta: ¿Qué hará la gente corriente cuando se enfrente a circunstancias extraordinarias? Esa es la esencia de la ficción policial y, si lo piensas bien, de toda la Literatura.
Entonces, en lugar de pasar los días persiguiendo la bella prosa, te recomiendo planificar un buen libro. Ya habrá lugar para la escritura bonita después. Yo te ayudo en la asesoría literaria para escritores malvados.
Todos tenemos nuestro propio viaje de héroe, y la vida es una serie de decisiones imposibles que debemos tomar si queremos seguir avanzando, porque nuestro tiempo en la tierra (como el número de páginas de una novela) siempre es limitado.
Desperdiciarlo sería un crimen.
Un saludo
Jean.