“Por tres métodos podemos aprender sabiduría:
Primero, por la reflexión, que es la más noble; segundo, por imitación,
que es lo más fácil;
y tercero por la experiencia, que es la más amarga.”
― Confucio
Hay muchas ideas enquistadas en la sociedad española con las que no estoy de acuerdo.
Pero hay un par de ellas que estoy convencido de que son falsas.
[Ojo: Lo que voy a contar es políticamente incorrecto, como yo, por si quieres desuscribirte].
TE CUENTO…
Desde pequeños se nos instaura la idea de que hay que alentar –especialmente– a los jóvenes…
Asociando la edad a las expectativas de un aporte extra a la sociedad porque, eh, ya sabes, tienen toda la vida por delante, y son curiosos y tienen ganas, y…
… y cuando eres joven es normal pensar que es así.
Pero desde que empecé a trabajar hace años en el sector editorial, vi que esto es una idea absurda,
y lo mismo que más arrugas no cuentan mejores batallas, menos años no sirven para ser una promesa ni la gran esperanza blanca de la literatura.
Me explico:
En mi ya larga y dilatada experiencia por la vida he podido ver que edad y talento rara vez van de la mano si no hay técnica.
Sin savoir faire.
Hay chavales que son auténticos mequetrefes escribiendo porque creen que lo saben todo y viejos que también lo son, por ahí andaba Sánchez Dragó y otros.
Aunque más de los primeros. Por eso no trabajo con gente menor de 30 años.
Pero cuanto mayor te haces más inflexible te vuelves, eso tb es verdad. Yo, por ejemplo, paso más de las gilipolleces.
Y lo veo constantemente con las ideas para los argumentos o premisas.
El problema es que si las ideas que traías en tu mochila eran ideas de mierda terminas agarrado a esas ideas de mierda y defendiéndolas hasta con un tenedor en la sobremesa.
Y, con todos mis respetos, vivimos en una sociedad repleta de ideas de mierda, sobre todo respecto a lo que es relevante y a lo que no.
Esas ideas de mierda están en los jóvenes y los mayores, pero al menos los mayores no se lo tienen creído. Ya tenemos el culo pelao.
No es la edad,
son las ganas de crecer, de mejorar,
la curiosidad por aprender, por buscar la belleza en las frases,
la hondura en las tramas o en los personajes.
Y eso se tiene con diecisiete años, como yo lo tuve, por suerte, o se encuentra con cincuenta.
Se tiene o no se tiene. Tener o no tener, que decía Hemingway.
O tener o Ser, que decía Fromm.
Eso es lo que marca la diferencia, no la marca haber coincidido con el joputa de Franco en vida, ni la marca ser un intensito imberbe con los papis de colchón.
La distinción en la sabiduría no la pone la partida de nacimiento, sino a qué dedicas el tiempo.
Ahora tengo una suscripción por cincuenta euros que es un suministro de técnicas e ideas de gente muy sabia y de mi propia experiencia que a ti te van a hacer más sabio y mejor escritor o escritora.
Lo mismo ya tienes una estrategia de mejora constante y no lo necesitas, pero si no, vas a disfrutar de esto:
Un saludo
Jean,
P.D. No siempre el diablo sabe más por viejo que por diablo. El club de los escritores malvados existe.