“De acuerdo con la mayoría de los estudios, el mayor miedo de la gente es hablar en público, el segundo, la muerte (…)
Por eso, si tienes que ir a un entierro
es mejor que lo hagas en el ataúd
a que seas el encargado de hablar en el funeral”
-Jerry Seinfeld.
Últimamente pienso mucho en los miedos de los escritores.
Y eso que soy vasco.
Los galos de Asterix solo tenían miedo de que el cielo cayera sobre sus cabezas.
Algunos vascos solo tenemos miedo en una situación: Un sendero entre árboles, de noche, por el que hay que ir sí o sí, sabiendo que tras un árbol hay un tipo grande y calvo con un hacha.
Y una camisa a cuadros.
Roja.
La camisa es importante.
Bien.
El otro día me topé con un mensaje que mostraba uno de esos miedos de los escritores. Decía: «Tengo miedo al fracaso, no por fracasar, sino por el miedo a ser juzgada por los demás.»
¿Te suena familiar?
A mis pupilos, los escritores y escritoras malvados, siempre les digo que si se dan cuenta de que eso que me están contando, sea lo que sea, lo he oído cientos de veces. Por mi edad y por la experiencia acumulada.
Pero ese comentario me hizo recordar a Patricia, escritora malvada, la vocecita dulce que sale al comienzo de mis mastercalzas.
Hace unos meses, en la boda de una amiga suya, habló delante de cientos de invitados, emocionándolos a todos y haciéndoles reír, contándoles una historia que ensayó conmigo.
Fue su primera vez y un momento muy inspirador, pero no siempre fue así.
Patricia, no el momento.
Tenía uno de los miedos de los escritores, un miedo paralizante a hablar en público, o dicho de otro modo, se cagaba del susto sólo de pensar que tenía que hablar delante de la gente.
Y cuando leía en voz alta.
(Mis pupilos han de leer en voz alta, escuchándose, sus escenas al corregirlas).
Todos.
Siempre.
Pero, ¿adivina qué?
Patricia hoy ya ha presentado libros de otros autores, ha hablado con desconocidos, y ha contado sus historias ante un auditorio embelesado.
¿Cómo lo logró?
Poco a poco.
Empezó enfrentándose a ese miedo en pequeñas dosis: escribiendo un guión, una chuleta (En españa, las chuletas son pequeñas notas que se llevan escondidas a un examen), practicando discursos con su pareja y después con un pequeño grupo de amigos, hasta que se fue sintiendo más y más cómoda.
Así que, si hay algo que quiero que saques de esta historia, es lo que sigue:
Empieza todo de menos a más.
No todo se logra de un salto. A veces, es más efectivo ir paso a paso. Como escribir una buena historia que se venda por sí misma.
El Miedo en los escritores es algo natural: Todos lo sentimos en algún momento. Lo importante es no permitir que nos limite.
Celebra cada logro: No esperes a vencer completamente tu miedo para celebrarlo. Cada pequeño logro… Chupito o cervecita.
Rodéate de apoyos: Las personas de alrededor TIENEN que ser tu red de seguridad. Deberían. Permíteles animarte. Y si son de esos gilipollas negativos o tóxicos, a tomar por saco, apártalas sin miramientos.
Muy importante. Reconoce que estás creciendo:
Yo os lo hago ver, cuando trabajáis conmigo. Observáis cómo escribíais antes y después de unos meses, cuánto habéis avanzado. Eso te inspira para seguir adelante.
Cuando empecé a trabajar con 16 años vendiendo libros, tenía miedo. Aprenderme de memoria el guión de lo que tenía que decir y las respuestas, ayudó mucho. Da seguridad.
Y aún hoy, a veces tengo miedo, y siento que me persigue, pero he aprendido. Y ya no me importa que lleve un hacha y camisa a cuadros roja.
A veces el miedo puede ser un obstáculo, pero no es insuperable. Podemos transformar el miedo en fuerza, y estoy seguro de que tú también puedes.
Asesoramiento Literario Premium para escritores malvados.
PD: Las condiciones cambian el 30 de abril. Date prisa.
Pasa una buena semana
Jean.